Es momento de dejar de hacerte chiquita
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La dinámica de la vida diaria nos ha arrastrado a un hábito que, conforme pasan más los días, más difícil se vuelve de erradicar. Y con esto nos referimos a que hemos pasado gran parte de nuestra vida minimizando nuestros logros, contando historias a medias o fingiendo que no sabemos lo que hacemos. Hemos escrito nuestra historia en minúsculas, cuando en realidad debería ir en mayúsculas, en negritas y subrayada.
Y si profundizamos a la raíz de ese comportamiento, podremos encontrar que, probablemente, esta actitud parte desde el temor de ser percibida como arrogante o que tenemos un ego demasiado grande. Consideramos que las personas que pasan demasiado tiempo hablando de sí mismas, generan flojera o malestar.
Claro, nos miramos en espejo ajeno y lo que menos queremos ser es ese tipo de persona que describimos, pero aquí viene un enigma que cambiará el rumbo de nuestra vida: si nosotras mismas no somos nuestras porristas, ¿quién lo será?
Así que es momento de cambiar el chip, saquemos los pompones y hagámonos la presidenta de nuestro club de fans, nuestra propia musa que nos inspira y tomemos el aire suficiente para anunciarle al mundo: ¡mírenme! Esta soy yo. Esto es todo lo que he logrado, lo que sé hacer y soy una mujer chingona.
Perdamos el miedo a convertirnos en “esa persona que nos caía mal por presumida”, y seamos “esa persona que se pone la corona que merece”. Así que sólo enfoquémonos en el cómo lo haremos. No es lo mismo proclamarnos reinas del universo y mirar con arrogancia a los demás, que reconocer y empoderar nuestras cualidades.
Así que empecemos a enumerar la larga lista con todos nuestros logros, las difíciles pruebas que hemos pasado, lo que la vida nos ha enseñado y también lo que nos robó, y todo aquello que hoy forman parte del hermoso rompecabezas que somos.